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Era plena y dolorosamente consciente de que muy rara vez la medianoche golpeaba en dos corazones a la vez, muy rara vez la medianoche despertaba dos deseos iguales y diferentes, y que cualquier dislocación en esto, cualquier indiferencia, era un indicio de desunión, de las dificultades, de las imposibilidades de fusión entre dos seres humanos.