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Pero de repente me di cuenta de que no era mi éxito lo que Dios había utilizado para permitirme ayudar a los que estaban en esta prisión, o en cientos de otras como ésta. Mi vida de éxitos no era lo que hacía que esta mañana fuera tan gloriosa: todos mis logros no significaban nada en la economía de Dios. "No, el verdadero legado de mi vida fue mi mayor fracaso: ser un ex convicto. Mi mayor humillación - ser enviado a prisión - fue el comienzo del mayor uso que Dios hizo de mi vida; Él escogió la única cosa en la que yo no podía gloriarme para Su gloria.