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  • Nuestro destino cristiano es, de hecho, grande: pero no podemos alcanzar la grandeza a menos que perdamos todo interés en ser grandes. Porque nuestra propia idea de grandeza es ilusoria, y si le prestamos demasiada atención nos veremos atraídos fuera de la paz y la estabilidad del ser que Dios nos dio, y buscaremos vivir en un mito que hemos creado para nosotros mismos. Y cuando somos verdaderamente nosotros mismos perdemos la mayor parte de la fútil autoconciencia que nos mantiene comparándonos constantemente con los demás para ver lo grandes que somos.

    Thomas Merton (2005). “No Man is an Island”, p.128, Shambhala Publications