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Siempre había despreciado los juegos a los que jugaba la gente en busca del amor, o del próximo ligue. Todo era una competición para ver quién llegaba más lejos, y nunca pude averiguar si había más suerte o habilidad, o una combinación incognoscible de ambas. La gente rara vez decía lo que pensaba o revelaba lo que sentía. Nadie era sincero.