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Porque con los ojos limpios de lágrimas y el corazón ablandado por la más tierna tristeza, reconoció la belleza de la vida de su hermana: agitada, sin ambiciones, pero llena de las virtudes genuinas que "huelen dulce y florecen en el polvo", el olvido de sí mismo que hace que los más humildes en la tierra sean recordados más pronto en el cielo, el verdadero éxito que es posible para todos.