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En la mayor confusión todavía hay un canal abierto hacia el alma. Puede ser difícil de encontrar porque a mediana edad ya está cubierto de maleza, y algunos de los matorrales más salvajes que lo rodean crecen a partir de lo que describimos como nuestra educación. Pero el canal siempre está ahí, y es asunto nuestro mantenerlo abierto, tener acceso a la parte más profunda de nosotros mismos.