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  • Sus labios se posaron sobre los de ella. "No", gruñó. Madison no estaba segura de a quién se dirigía, pero entonces su boca aplastó la suya, y su mundo se convirtió en él: el tacto y la sensación de sus labios presionando, obligando a los suyos a responder. No era un beso suave ni una dulce exploración. Era furioso y crudo, impresionante y abrasador. Ahora mismo, ella no quería suavidad. Lo quería duro y rápido, él y ella, en el suelo, incluso en la alfombra de oso, los dos desnudos y sudando.