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  • Dios, era hermosa -mi primera imagen de Oriente-, una mujer como sólo el poeta del desierto sabía alabar: su rostro era el sol, su pelo la sombra protectora, sus ojos fuentes de agua fresca, su cuerpo la más esbelta de las palmeras y su sonrisa un espejismo.

    Amin Maalouf (1998). “Samarkand”, Interlink Publishing Group Incorporated