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  • Ernest me dijo una vez que la palabra paraíso era una palabra persa que significaba jardín amurallado. Supe entonces que comprendía lo necesarias que eran para nuestra felicidad las promesas que nos hacíamos el uno al otro. No podías tener verdadera libertad a menos que supieras dónde estaban los muros y los cuidaras. Podíamos apoyarnos en los muros porque existían; existían porque nos apoyábamos en ellos.