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Este es el Dios del Evangelio de la gracia. Un Dios que, por amor a nosotros, envió al único Hijo que tuvo envuelto en nuestra piel. Aprendió a caminar, tropezó y cayó, lloró por su leche, sudó sangre en la noche, fue azotado con un látigo y regado con escupitajos, fue clavado en una cruz y murió susurrando el perdón para todos nosotros.