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Lo más interesante de escribir es la forma en que borra el tiempo. Tres horas parecen tres minutos. Luego está la sorpresa. Nunca sé lo que viene a continuación. La frase que suena en la cabeza cambia cuando aparece en la página. Entonces empiezo a sondearla con el bolígrafo, encontrando nuevos significados. A veces me río a carcajadas de lo que ocurre mientras retuerzo las frases. Es un asunto extraño. Uno nunca llega al final. Por eso sigo, supongo. Para ver cuáles serán las próximas frases que escriba.