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Largos matrimonios han acabado en la ruina por agravios minúsculos e insignificantes que nunca se ventilaron debidamente y que, en cambio, crecieron hasta convertirse en un frágil percebe de odio.
Largos matrimonios han acabado en la ruina por agravios minúsculos e insignificantes que nunca se ventilaron debidamente y que, en cambio, crecieron hasta convertirse en un frágil percebe de odio.