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Pero la tecnología es la verdadera piel de nuestra especie. La humanidad, vista correctamente en el contexto de los últimos quinientos años, es una extrusora de material tecnológico. Tomamos materia que tiene un bajo grado de organización; la pasamos por filtros mentales, y extruimos joyas, evangelios, transbordadores espaciales. Eso es lo que hacemos. Somos como animales de coral incrustados en un arrecife tecnológico de objetos psíquicos extruidos. Toda nuestra fabricación de herramientas implica nuestra creencia en una herramienta última. Esa herramienta es el platillo volante, o el alma, exteriorizada en el espacio tridimensional.