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Diles que vine, y nadie respondió, Que cumplí mi palabra," dijo. Los oyentes no se inmutaron lo más mínimo, aunque cada palabra que pronunciaba resonaba en la penumbra de la casa inmóvil, proveniente del único hombre que quedaba despierto: Sí, oyeron su pie sobre el estribo, y el sonido del hierro sobre la piedra, y cómo el silencio surgió suavemente hacia atrás, cuando los cascos se habían ido.