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El egoísmo es uno de los principales frutos de la corrupción de la naturaleza humana; y es obvio que el egoísmo nos dispone a sobrevalorar nuestras buenas cualidades, y a pasar por alto o atenuar nuestros defectos.
El egoísmo es uno de los principales frutos de la corrupción de la naturaleza humana; y es obvio que el egoísmo nos dispone a sobrevalorar nuestras buenas cualidades, y a pasar por alto o atenuar nuestros defectos.