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  • Curiosamente, nunca solía sufrir depresión en días fríos, grises y nublados como éste. Siento como si la naturaleza estuviera en armonía conmigo, que reflejara mi alma. En cambio, cuando aparecía el sol, los niños salían a jugar a la calle, y todo el mundo se alegraba de que hiciera un día tan bonito, y entonces yo me sentía fatal, como si aquella muestra de exuberancia en la que yo no podía participar fuera de alguna manera injusta.