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Me sentía muy mal. La propia Jay Cee me había desenmascarado aquella misma mañana, y ahora sentía que todas las incómodas sospechas que tenía sobre mí se estaban haciendo realidad. Después de diecinueve años de correr detrás de buenas notas y premios y becas de un tipo y otro, estaba aflojando, bajando el ritmo, quedando fuera de carrera.