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Jesse, que no se había movido en todo el rato de su sitio, confiado en que podría encargarme de Cheryl yo sola, sonreía. "¿El sueño de toda chica es ir al baile de graduación con el chico al que ama?", repitió, no sólo con una, sino con las dos cejas negras como la tinta levantadas. "No empieces conmigo", dije. Traté de ocultar mis mejillas repentinamente encendidas raspando lo que quedaba de los cannolis y sustituyéndolos por el contenido de una bolsa volcada de galletas de chocolate. "Tengo cosas que hacer.