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Me parecía curioso que la gente criara animales para tener compañía y no para comer. Cuando le pregunté a mamá Oaks cuándo pensaba cocinar a la gorda criatura que dormía en una cesta en la cocina, casi se le salieron los ojos de las órbitas. Desde entonces, había mantenido a su mascota alejada de mí, como si sospechara que pensaba convertirla en estofado. Estaba claro que tenía mucho que aprender.