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Tessa estaba convencida de que era mentira, y también de que todo lo que había hecho en su vida, diciéndose a sí misma que era lo mejor, no había sido más que egoísmo ciego, generando confusión y desorden a su alrededor. Pero ¿quién podría soportar saber qué estrellas estaban ya muertas, pensó, parpadeando hacia el cielo nocturno; alguien podría soportar saber que todas lo estaban?