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Por favor, no me dejes, pensó. No podría soportar un mundo sin Alli. Se dio cuenta de lo mucho que dependía de ella desde la mañana hasta la noche. Ella era su única conversación. Su única sonrisa. Ella preparaba su escasa comida y siempre se la ofrecía a él primero, aunque él insistía en que comiera antes que él. Se apoyaban el uno en el otro al atardecer. Abrazarla mientras dormían era su última conexión con la humanidad.