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Me quedé tumbado, sin luchar más, porque la cabeza me daba demasiadas vueltas. Y porque, de todos modos, no iba a ganar. Y porque me gustaba la sensación de cautiverio sensual, al menos por parte de este carcelero en particular.
Me quedé tumbado, sin luchar más, porque la cabeza me daba demasiadas vueltas. Y porque, de todos modos, no iba a ganar. Y porque me gustaba la sensación de cautiverio sensual, al menos por parte de este carcelero en particular.