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  • A través de la compasión es posible reconocer que el ansia de amor que sienten las personas reside también en nuestros propios corazones, que la crueldad que el mundo conoce demasiado bien también tiene sus raíces en nuestros propios impulsos. A través de la compasión también percibimos nuestra esperanza de perdón en los ojos de nuestros amigos y nuestro odio en sus bocas amargas. Cuando matan, sabemos que nosotros podríamos haberlo hecho; cuando dan vida, sabemos que nosotros podemos hacer lo mismo. Para una persona compasiva nada humano es ajeno: ni la alegría ni la tristeza, ni la forma de vivir ni la de morir.