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Cuando amamos a una persona, la aceptamos tal y como es: lo adorable con lo antipático, lo fuerte con lo temeroso, lo verdadero mezclado con la fachada y, por supuesto, la única forma de hacerlo es aceptándonos a nosotros mismos de esa manera.
Cuando amamos a una persona, la aceptamos tal y como es: lo adorable con lo antipático, lo fuerte con lo temeroso, lo verdadero mezclado con la fachada y, por supuesto, la única forma de hacerlo es aceptándonos a nosotros mismos de esa manera.