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La naturaleza repara sus estragos, pero no todos. Los árboles arrancados no vuelven a arraigar; las colinas partidas quedan marcadas; si hay un nuevo crecimiento, los árboles no son los mismos que los viejos, y las colinas bajo su verde vestidura llevan las marcas del pasado desgarro. Para los ojos que se han detenido en el pasado, no hay reparación completa.