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  • ¿Dorina?" La voz de Louis Cesare sonaba fuerte en mi oído. El que tenía apretado contra el teléfono, que estaba apretado contra mi hombro dolorido, porque estaba usando las dos manos para mantener la punta de Ray en sus pantalones. "¡La fey, maldita sea!" Le dije. "¡Son para los fey!" "¿Cuál?" Louis Cesare preguntó, su voz se volvió aterciopelada. "Todos ellos... ¡No Ray! Ray, ¡basta ya!" "¿Todos?