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  • En algún momento, cada uno de nosotros ha dicho entre lágrimas: "Sufro por un amor que no vale la pena". Sufrimos porque sentimos que estamos dando más de lo que recibimos. Sufrimos porque nuestro amor no es reconocido. Sufrimos porque no somos capaces de imponer nuestras propias reglas. Pero, en última instancia, no hay ninguna buena razón para nuestro sufrimiento, porque en cada amor está la semilla de nuestro crecimiento.