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El acto de inclinarse para besar a alguien, o de pedírselo, está plagado de posibilidades de rechazo, por lo que la persona con menos probabilidades de ser rechazada debería inclinarse o pedírselo.
El acto de inclinarse para besar a alguien, o de pedírselo, está plagado de posibilidades de rechazo, por lo que la persona con menos probabilidades de ser rechazada debería inclinarse o pedírselo.