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Existe un peligro sutil que aleja a las personas de la religión, les impide someterse a Dios como su Señor y, en última instancia, les acarrea otras numerosas formas de problemas y angustias. Este peligro es el ROMANTICISMO, que lleva a las personas a vivir, no según su razón, sino según sus emociones; es decir, según sus deseos, odios, su susceptibilidad a las tentaciones y sus caprichos.