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Cocinemos a fuego lento nuestro caldero incalculable, nuestra confusión cautivadora, nuestro batiburrillo de impulsos, nuestro milagro perpetuo, pues el alma arroja maravillas a cada segundo. El movimiento y el cambio son la esencia de nuestro ser; la rigidez es la muerte; el conformismo es la muerte; digamos lo que nos venga a la cabeza, repitámonos, contradigámonos, lancemos los disparates más salvajes y sigamos las fantasías más fantásticas sin importarnos lo que el mundo haga o piense o diga. Porque nada importa excepto la vida.