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  • Cuando el deseo sigue en este estado puro, el hombre y la mujer se enamoran de la vida, viven cada momento con reverencia, conscientemente, siempre dispuestos a celebrar la siguiente bendición. Cuando las personas se sienten así, no tienen prisa, no precipitan los acontecimientos con acciones irreflexivas. Saben que lo inevitable sucederá, que lo real siempre encuentra la forma de revelarse. Cuando llega el momento, no dudan, no pierden una oportunidad, no dejan escapar ni un instante mágico, porque respetan la importancia de cada segundo.