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Sabía que si permitía que el miedo se apoderara de mí, mi viaje estaba condenado. El miedo, en gran medida, nace de una historia que nos contamos a nosotros mismos, y por eso elegí contarme a mí misma una historia distinta de la que nos cuentan a las mujeres. Decidí que estaba a salvo. Era fuerte. Era valiente. Nada podía vencerme.