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Aunque fueras verde y tuvieras barba y un apéndice masculino entre las piernas. Aunque tuvieras las cejas anaranjadas y un lunar que te cubriera toda la mejilla y una nariz que me pinchaba en el ojo cada vez que te besaba. Aunque pesaras doscientos kilos y tuvieras el pelo del tamaño de un Doberman bajo los brazos. Incluso entonces, te querría.