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  • Déjame explicártelo entonces. Acabo de conseguir que una chica preciosa confíe en mí lo suficiente como para tocarla y verla de una forma que nadie más lo ha hecho jamás. Pude abrazarla, mirarla y sentirla mientras se deshacía en mis brazos. No se parecía a nada que hubiera experimentado antes. Era impresionante y me estaba respondiendo. Me deseaba. Yo era el que la hacía perder el control.

    Abbi Glines (2012). “The Vincent Brothers”, p.154, Simon and Schuster