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  • La culpa era algo fascinante: parecía no debilitarse con el tiempo. En todo caso, se hacía más fuerte a medida que las circunstancias desaparecían de la memoria, a medida que el miedo y la necesidad se volvían abstractos. Y sólo sus propias acciones resaltaban con claridad cristalina.

    Michael Grant (2012). “Fear”, p.13, Harper Collins