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Los lobos se comían incluso a los cazadores más poderosos, pues no había honor ni código entre los depredadores, y las tripas de todos se cocían igual cuando se desgarraban en una noche fría.
Los lobos se comían incluso a los cazadores más poderosos, pues no había honor ni código entre los depredadores, y las tripas de todos se cocían igual cuando se desgarraban en una noche fría.