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  • Cuando Dios nos deja solos a través del sufrimiento, el desamor, la tentación, la decepción, la enfermedad o la amistad frustrada, cuando nos deja absolutamente solos y nos quedamos sin palabras, incapaces de hacer una sola pregunta, entonces empieza a enseñarnos.

    Oswald Chambers (2010). “My Utmost for His Highest”, p.46, Discovery House