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Las personas tibias no viven de la fe; sus vidas están estructuradas para no tener que hacerlo nunca. No tienen que confiar en Dios si ocurre algo inesperado: tienen su cuenta de ahorros. No necesitan que Dios les ayude, ya tienen su plan de jubilación. No buscan genuinamente la vida que Dios quiere que vivan- tienen la vida planeada y trazada. No dependen de Dios diariamente - sus refrigeradores están llenos y, en su mayoría, gozan de buena salud. La verdad es que sus vidas no serían muy diferentes si de repente dejaran de creer en Dios.