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Se puede tener un silencio lleno de palabras. Un laúd conserva, en su cuenco, las notas que ha tocado. La viola, en sus cuerdas, guarda una concordia. Un pétalo marchito puede conservar su aroma, una oración puede traquetear con maldiciones; una casa vacía, cuando sus dueños han salido, puede seguir siendo ruidosa con fantasmas.