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Escucha, ¿estamos indefensos? ¿Estamos condenados a hacerlo una y otra vez? ¿No tenemos más remedio que hacer de Fénix en una secuencia interminable de ascenso y caída? Asiria, Babilonia, Egipto, Grecia, Cartago, Roma, los imperios de Carlomagno y el Turco: reducidos a polvo y arados con sal. España, Francia, Gran Bretaña, América: quemadas en el olvido de los siglos. Y otra vez y otra vez y otra vez. ¿Estamos condenados a ello, Señor, encadenados al péndulo de nuestro propio loco mecanismo de relojería, impotentes para detener su oscilación? Esta vez, nos hará caer en el olvido.