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No cabe duda de que incluso los mayores genios de la música han trabajado a veces sin inspiración. Este invitado (la inspiración) no siempre responde a la primera invitación. Siempre hay que trabajar, y un artista que se precie no debe cruzarse de brazos con el pretexto de que no tiene ganas. Si esperamos a que llegue la inspiración, sin esforzarnos por alcanzarla, nos volvemos fácilmente indolentes y apáticos. Debemos ser pacientes y creer que la inspiración llegará a aquellos que sepan dominar su desgana.