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  • Ninguna emoción es, en sí misma, un juicio; en ese sentido todas las emociones y sentimientos son alógicos. pero pueden ser razonables o irrazonables según se ajusten o no a la Razón. El corazón nunca sustituye a la cabeza, pero puede y debe obedecerla.

    C.S. Lewis (1996). “Joyful Christian”, p.15, Simon and Schuster