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Cuando Daenerys Targaryen se puso en pie, su negro siseó y un humo pálido salió de su boca y sus fosas nasales. Los otros dos se apartaron de sus pechos y sumaron sus voces a la llamada, desplegando alas translúcidas que agitaron el aire y, por primera vez en cientos de años, la noche cobró vida con la música de los dragones.