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Cuando salió de la habitación, Po se acercó a Katsa, la levantó, se sentó en su silla y la atrajo hacia su regazo. La hizo callar, la meció y ambos se aferraron el uno al otro como si fuera lo único que impedía que el mundo estallara en pedazos.
Cuando salió de la habitación, Po se acercó a Katsa, la levantó, se sentó en su silla y la atrajo hacia su regazo. La hizo callar, la meció y ambos se aferraron el uno al otro como si fuera lo único que impedía que el mundo estallara en pedazos.