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Cuando se trata de vestir bien, la cultura estadounidense está tan autocomplacida que no sólo ha despreciado esta cortesía de la autopresentación, sino que ha convertido ese desprecio en una virtud. "Somos demasiado superiores/ocupados/guays/no tensos como para preocuparnos por cómo nos ven los demás, y por eso podemos ir en pijama al colegio y en ropa interior al centro comercial.