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Una cosa no ha cambiado: dudar de la valía de los logros de los alumnos pertenecientes a minorías cuando tienen éxito no es más que presentar otra cara del prejuicio que les niega la oportunidad de siquiera intentarlo. Es el mismo prejuicio que insiste en que todos los destinados al éxito deben ser del mismo molde que los que han triunfado antes que ellos, una visión que la experiencia ya ha demostrado que es una falacia.