-
Esta es la verdad espiritual más profunda que conozco: que incluso cuando estamos más seguros de que el amor no puede conquistarlo todo, parece que lo hace de todos modos. Baja a la ratonera con nosotros, bajo la apariencia de nuestros amigos, y allí se hincha y reconforta. Nos da segundos vientos, terceros vientos, centésimos vientos.