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La euforia era difícil de explicar. Era una sensación de soledad, de cierta melancolía. Estaba fuera; pasaba en las alas del viento, y ninguna de las personas más allá de los cuadrados iluminados de sus ventanas le veía. Estaban dentro, donde había luz y calor. No sabían que había pasado junto a ellos; sólo él lo sabía. Era algo secreto.