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Los rasgos básicos de la personalidad se desarrollan pronto en la vida y, con el tiempo, se convierten en inviolables, en arraigados. La mayoría de las personas aprenden poco de la experiencia, rara vez piensan en ajustar su comportamiento, consideran que los problemas emanan de quienes les rodean y siguen haciendo lo que hacen a pesar de todo, para bien o para mal.