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Vivimos solos en nuestra desordenada psique, poseídos por nuestras arraigadas creencias, nuestros deseos fatuos, nuestras interminables contradicciones... y nos guste o no, tenemos que soportarlo en los demás.
Vivimos solos en nuestra desordenada psique, poseídos por nuestras arraigadas creencias, nuestros deseos fatuos, nuestras interminables contradicciones... y nos guste o no, tenemos que soportarlo en los demás.